
¿Cuándo decide una persona ir al psicólogo? Son muchas las razones que pueden llevar a alguien a buscar la ayuda de un psicólogo en algún momento de su vida. A veces el motivo de la consulta es muy claro, por ejemplo alguien que tenga miedo a volar y quiera superar su fobia. Problemas familiares como las alteraciones en el comportamiento de niños y adolescentes podría ser otro ejemplo.
Sin embargo es muy frecuente que en algunos momentos de nuestra vida tengamos la necesidad de buscar ayuda, sin saber muy bien por qué. Como explica la psicóloga María Jesús Álava, autora del libro «La inutilidad del sufrimiento» son demasiadas las ocasiones en las que prolongamos el dolor más tiempo del necesario.
¿Por qué no vamos al psicólogo?
Para empezar vivimos en una sociedad en la que la figura del psicólogo (todavía) no forma parte de las figuras habituales de atención médica. Si tu compañero de piso te dice que tiene sesión con el traumatólogo no te sorprenderá. Sin embargo decir habiertamente que acudimos a terapia no nos es tan sencillo. Porque podemos temer que los demás piensen que estamos «locos», o porque nos da miedo que nos pregunten el motivo por el que vamos, o porque simplemente nos avergüenza. O simplemente por motivos gubernamentales, ya que la figura del psicólogo no está presente todo lo que debería en los centros de salud públicos.
Un factor importantísimo que nos pone trabas a la hora de buscar ayuda profesional viene del falso y dañino pensamiento neoliberal que nos invade. Tal y como explica Raúl Solís en su post «Los enfermos no son luchadores«, publicado a raiz de la muerte de Pablo Ráez:
Una enfermedad como la leucemia es arbitraria, nadie la ha elegido, es desgraciadamente azarosa. Por tanto, nadie elige tener que luchar contra la leucemia o cualquier otra enfermedad del ramo. Los enfermos son pacientes, víctimas que sufren y el éxito de su curación depende de un diagnóstico a tiempo, de un buen tratamiento, de que se gaste dinero público en investigación y de que sean atendidos por un buen equipo médico.
Si bien es cierto que el cáncer no tiene las mismas características que una enfermedad mental, el razonamiento del periodista es perfetamente válido. ¿De verdad creemos que alguien que está atravesando una depresión lo ha elegido? Por su puesto que no. Del mismo modo que no lo ha elegido, no puede curarse solo. Aunque la actitud del enfermo sea efectivamente un factor muy importante para la buena marcha del tratamiento, contar con un equipo de profesionales bien formados, que cuenten con unas prácticas efectivas para dar soución al problema es en la mayoría de los casos indispensable.
Todo esto nos lleva a pensar que los pacientes que vemos en terapia son débiles. Nada más lejos de la realidad. Quien acude a consulta está lejos de ser débil. Quien decide hacer frente a sus fantasmas es un valiente. Huir de esta debilidad, intentar mantener una imegen fuerte de nosotros, puede llevarnos a soportar el dolor más tiempo del necesario y esto es peligroso ya que la dolencia podría empezar a cronificarse. Ciertas experiencias dolorosas, como la muerte de un ser querido, o sufrir un indicente violento, pueden «enquistarse» si no los afrontamos a tiempo agravando muchísimo el problema y la sintomatología asociada a él.
Alarmas
Como decía al principio del post, a veces está muy claro el motivo de la consulta. Otras veces no es así, pero nuestro cuerpo nos lanza señales de aviso. Podrías plantearte la opción de buscar ayuda si:
- Comienzas a sentir que pierdes el control de tus emociones, como por ejemplo si te vienen muchas ganas de llorar de manera repentina y no sabes muy bien por qué.
- Somatizas el problema a traves de insomnio, palpitaciones, o otros síntomas que jamás habías tenido y de repente te encuentras.
- Sientes que no eres capaz de resolver los problemas de tu vida diaria por ti solo, ya sean de pareja, familiares, laborales etc.
- Los demás te advierten de cambios que notan en tu conducta habitual. A veces estamos tan metidos en el problema que nos perdemos a nosotros pero la gente que nos rodea nos puede dar la pista de que algo no marcha bien.
Consideraciones antes de ir al psicólogo
Existen ciertas creencias que dificultan dar ese primer paso, como pensar que lo único que hacen los psicólogos es escuchar. Nada más lejos de la realidad. Un psicólogo no es ni tu mejor amigo, ni un camarero al que contarle tus penas. Tener buenas capacidades de escucha es una cualidad que no puede faltar en un buen profesional. Pero es solo el primer paso. Una vez que has «hablado» el psicólogo debe saber qué hacer con todo eso que has sacado a relucir en la sesión.
El miedo a enfrentarnos a situaciones dolorosas, recuerdos o experiencias que no queremos revivir pueden frenarnos pero es importantísimo entender que un buen profesional no te obligará a hacer nada que no quieras hacer y escalará el desarrollo de las sesiones para que seas capaz de ir avanzando poco a poco.
Todo lo que le cuentes será estrictamente confidencial. Los psicólogos rigen su práctica profesional por el Código Deontológico y están obligados a mantener el secreto profesional con sus pacientes.
Si crees que podría ayudarte acudir a terapia hoy en día tienes muchísimas opciones de corrientes psicológicas, estilos de terapia así que seguro que puedes encontrar aquella que mejor se adapte a tus necesidades. Gracias a Internet será más sencillo que nunca encontrar a la persona idónea que podrá ayudarte.